21.08.2010, 13:56
A doña Benigna Fombona
Vas a partir, ¡adiós! halle tu nave
del Atlántico mar en el desierto
rizadas ondas y piloto experto,
claro sol, cielo azul, brisa suave.
Templen rigores de la ausencia grave
las esperanzas de cercano puerto,
y con vuelo feliz y rumbo cierto
a su nido de rosas vuelva el ave.
Todo al verte marchar gime o suspira;
pero dejas aquí tu imagen bella,
tu voz que encanta y tu bondad que inspira,
como al perderse dejan honda huella
la vibración sublime de una lira
o el celestial reflejo de una estrella.
Vas a partir, ¡adiós! halle tu nave
del Atlántico mar en el desierto
rizadas ondas y piloto experto,
claro sol, cielo azul, brisa suave.
Templen rigores de la ausencia grave
las esperanzas de cercano puerto,
y con vuelo feliz y rumbo cierto
a su nido de rosas vuelva el ave.
Todo al verte marchar gime o suspira;
pero dejas aquí tu imagen bella,
tu voz que encanta y tu bondad que inspira,
como al perderse dejan honda huella
la vibración sublime de una lira
o el celestial reflejo de una estrella.