25.08.2010, 10:37
La rosa y el ruiseñor
La rosa, emperatriz de la hermosura,
que brinda al sol sus labios encendidos;
la que arranca a los céfiros y nidos
endechas rebosantes de dulzura;
la rosa de opulenta vestidura,
que es gloria y embriaguez de los sentidos
y en los verdes jazmines florecidos,
cual rojizo relámpago, fulgura;
la que aroma las noches de verbena,
fue, del mundo en la espléndida alborada,
más nívea que la cándida azucena.
Pero Adán fijo en ella la mirada
y, palpitante y de rubores llena,
la blanca rosa se volvió encarnada.
La rosa, emperatriz de la hermosura,
que brinda al sol sus labios encendidos;
la que arranca a los céfiros y nidos
endechas rebosantes de dulzura;
la rosa de opulenta vestidura,
que es gloria y embriaguez de los sentidos
y en los verdes jazmines florecidos,
cual rojizo relámpago, fulgura;
la que aroma las noches de verbena,
fue, del mundo en la espléndida alborada,
más nívea que la cándida azucena.
Pero Adán fijo en ella la mirada
y, palpitante y de rubores llena,
la blanca rosa se volvió encarnada.