12.09.2010, 15:22
A San Francisco de Asís
Salve, excelso varón, glorioso asceta,
de la iglesia sostén, de la fe escudo:
-¡Penitencia!- gritó tu acento rudo
y -¡Perdón!- murmuró la turba inquieta.
Alas de serafín, alma de atleta,
cuerpo que apenas sustentarla pudo,
de letras falto, de saber desnudo,
fuiste orador, filósofo y poeta.
-Dame, Señor, la caridad ardiente
de tu siervo ejemplar, mi dulce amigo...
¡Feliz aquel que sus fervores siente
y en premio trueca el terrenal castigo:
que es púrpura el sayal del penitente
y cetro la cayada del mendigo!...
Salve, excelso varón, glorioso asceta,
de la iglesia sostén, de la fe escudo:
-¡Penitencia!- gritó tu acento rudo
y -¡Perdón!- murmuró la turba inquieta.
Alas de serafín, alma de atleta,
cuerpo que apenas sustentarla pudo,
de letras falto, de saber desnudo,
fuiste orador, filósofo y poeta.
-Dame, Señor, la caridad ardiente
de tu siervo ejemplar, mi dulce amigo...
¡Feliz aquel que sus fervores siente
y en premio trueca el terrenal castigo:
que es púrpura el sayal del penitente
y cetro la cayada del mendigo!...