Un alto y generoso pensamiento,
inspiración del cielo soberano,
me puso la áurea cítara en la mano
para cantar el dulce mal que siento.
Y fue tan grato mi sonoro acento,
que la ancha vega, el apacible llano
y el cavernoso monte carpetano
mostraron compasión de mi tormento.
Turbose el río de cerúleo manto,
oculto entre los álamos sombríos,
al ver su cisne lamentarse tanto.
Moviéronse los brutos más impíos
y los ásperos troncos a mi llanto;
y no la que causó los males míos.
inspiración del cielo soberano,
me puso la áurea cítara en la mano
para cantar el dulce mal que siento.
Y fue tan grato mi sonoro acento,
que la ancha vega, el apacible llano
y el cavernoso monte carpetano
mostraron compasión de mi tormento.
Turbose el río de cerúleo manto,
oculto entre los álamos sombríos,
al ver su cisne lamentarse tanto.
Moviéronse los brutos más impíos
y los ásperos troncos a mi llanto;
y no la que causó los males míos.