24.08.2010, 10:10
A la memoria de la señorita María Montoto de Sedas
Era ayer juventud llena de encanto,
hermosura, bondad, inteligencia;
hoy, polvo nada más, que la conciencia
contempla muda en angustioso espanto.
Trueca el destino en fúnebre quebranto
el caro bien cifrado en su existencia,
y ojos que hallaban luz en su presencia
ciega la oscuridad y abrasa el llanto.
Pasó por estas tierras de tristura
breve mañana, como flor preciosa,
cual paloma sin mancha en su blancura.
En su eternal ausencia dolorosa,
deja de su recuerdo la dulzura,
de su virtud la estela luminosa.
Era ayer juventud llena de encanto,
hermosura, bondad, inteligencia;
hoy, polvo nada más, que la conciencia
contempla muda en angustioso espanto.
Trueca el destino en fúnebre quebranto
el caro bien cifrado en su existencia,
y ojos que hallaban luz en su presencia
ciega la oscuridad y abrasa el llanto.
Pasó por estas tierras de tristura
breve mañana, como flor preciosa,
cual paloma sin mancha en su blancura.
En su eternal ausencia dolorosa,
deja de su recuerdo la dulzura,
de su virtud la estela luminosa.