27.08.2010, 11:38
Bove, Vicente
Argentinien
Ocaso
Muere la tarde. En el confín lejano
la púrpura del sol sobre la grama
como encendida pira se derrama
y corre por el monte y por el llano.
De su labor ha vuelto el hortelano
al amor del hogar que le reclama.
Y es un paisaje azul el panorama
del surco abierto al fecundante grano.
Vuelan las aves en tropel al nido,
de la majada el postrimer mugido
se pierde en la penumbra campesina.
Y en ese enmudecer de la natura,
el sol desciende de su regia altura
mientras la negra noche se avecina.
Argentinien
Ocaso
Muere la tarde. En el confín lejano
la púrpura del sol sobre la grama
como encendida pira se derrama
y corre por el monte y por el llano.
De su labor ha vuelto el hortelano
al amor del hogar que le reclama.
Y es un paisaje azul el panorama
del surco abierto al fecundante grano.
Vuelan las aves en tropel al nido,
de la majada el postrimer mugido
se pierde en la penumbra campesina.
Y en ese enmudecer de la natura,
el sol desciende de su regia altura
mientras la negra noche se avecina.