28.08.2010, 09:20
A Némesis
Tu brazo en el pesar me precipita,
me robas cuanto el alma me recrea,
y casi nada tengo: flor que orea
tu aliento de simún, se me marchita.
Pero crece mi fe junto a mi cuita,
y digo como el Justo de Idumea:
Así lo quiere Dios, ¡bendita sea!
El Señor me lo da. Él me lo quita.
Que medre tu furor, nada me importa:
pues todo en Aquel que me conforta,
y me resigno al duelo que me mata.
Porque, roja visión en noche oscura,
Cristo va por mi vía de amargura
agitando su túnica escarlata.
Tu brazo en el pesar me precipita,
me robas cuanto el alma me recrea,
y casi nada tengo: flor que orea
tu aliento de simún, se me marchita.
Pero crece mi fe junto a mi cuita,
y digo como el Justo de Idumea:
Así lo quiere Dios, ¡bendita sea!
El Señor me lo da. Él me lo quita.
Que medre tu furor, nada me importa:
pues todo en Aquel que me conforta,
y me resigno al duelo que me mata.
Porque, roja visión en noche oscura,
Cristo va por mi vía de amargura
agitando su túnica escarlata.