29.08.2010, 12:35
Cidón, Antonio
Spanien
Los mudos elocuentes
Como apoyo a la humana consistencia
la ley de la virtud es firme valla
como el alma tras sólida muralla
que constante vigila la conciencia.
Sometido el mortal, en apariencia,
la pasión envolvió en pujante malla,
diciendo al corazón: «padece y calla
que no hay dicha y placer sin violencia».
De allí fue, que apuntaron los abrojos
en lo arcano del pecho más vehemente,
por matar con espinas los antojos,
y al hacer el rubor, con tintes rojos,
vióse escrito un precepto incoherente:
«Callar los labios y hablarán los ojos.»
Spanien
Los mudos elocuentes
Como apoyo a la humana consistencia
la ley de la virtud es firme valla
como el alma tras sólida muralla
que constante vigila la conciencia.
Sometido el mortal, en apariencia,
la pasión envolvió en pujante malla,
diciendo al corazón: «padece y calla
que no hay dicha y placer sin violencia».
De allí fue, que apuntaron los abrojos
en lo arcano del pecho más vehemente,
por matar con espinas los antojos,
y al hacer el rubor, con tintes rojos,
vióse escrito un precepto incoherente:
«Callar los labios y hablarán los ojos.»