12.09.2010, 15:00
A fuerza de remo
Cada día que vivo es un indulto
que me otorga, Señor, vuestra clemencia,
pues, decrépita y muda mi existencia,
sólo soy un cadáver insepulto.
Brillar quisiera, renovado el culto
que al arte he tributado y a la ciencia...
Y al contemplar mi estéril indigencia,
ni al lauro aspiro, ni al fracaso oculto.
¿Por qué alejáis del viejo navegante,
cuando es mayor su triste desamparo,
la arribada a la tierra prometida?...
Quizá queréis, Señor, verle triunfante
a fuerza de remar... con rumbo al faro
que anuncia el puerto de la eterna vida.
Cada día que vivo es un indulto
que me otorga, Señor, vuestra clemencia,
pues, decrépita y muda mi existencia,
sólo soy un cadáver insepulto.
Brillar quisiera, renovado el culto
que al arte he tributado y a la ciencia...
Y al contemplar mi estéril indigencia,
ni al lauro aspiro, ni al fracaso oculto.
¿Por qué alejáis del viejo navegante,
cuando es mayor su triste desamparo,
la arribada a la tierra prometida?...
Quizá queréis, Señor, verle triunfante
a fuerza de remar... con rumbo al faro
que anuncia el puerto de la eterna vida.