12.09.2010, 15:03
Mis armas
No pretendo, Dios mío, que piadoso
el cáliz del dolor de mí separes...
Yo apuraré, paciente y animoso,
la hiel con que mi espíritu acibares.
¿Puedo acaso pedirte que me ampares
de la paz en el cómodo reposo,
si contemplo elevado a los altares
al infeliz, al triste... no al dichoso?...
Dame penas y angustias sin medida,
y llegará mi esfuerzo al heroísmo
en defensa del alma dolorida...
¿Armas?... Las he ensayado por mí mismo
en los rudos combates de la vida:
mucho Kempis y mucho Catecismo.
No pretendo, Dios mío, que piadoso
el cáliz del dolor de mí separes...
Yo apuraré, paciente y animoso,
la hiel con que mi espíritu acibares.
¿Puedo acaso pedirte que me ampares
de la paz en el cómodo reposo,
si contemplo elevado a los altares
al infeliz, al triste... no al dichoso?...
Dame penas y angustias sin medida,
y llegará mi esfuerzo al heroísmo
en defensa del alma dolorida...
¿Armas?... Las he ensayado por mí mismo
en los rudos combates de la vida:
mucho Kempis y mucho Catecismo.