12.09.2010, 15:05
Ante el misterio
No se por qué, ni para qué se nace;
desconozco el secreto de la vida:
vine al mundo, Señor, y mi venida
¿qué recónditos fines satisface?...
¿Vine a gozar el bien, que me complace?
¿Vine a sufrir el mal, que me intimida?
¿Qué importa mi ascensión o mi caída,
ni que acepte mi suerte o la rechace?...
Si no hubiera nacido... Pero en vano
pretendo discurrir... Ante el profundo
misterio de tu arbitrio soberano,
caigo a tus pies, Señor, y me confundo...
¡Y me avengo a ignorar por qué tu mano
creó la humanidad y pobló el mundo!...
No se por qué, ni para qué se nace;
desconozco el secreto de la vida:
vine al mundo, Señor, y mi venida
¿qué recónditos fines satisface?...
¿Vine a gozar el bien, que me complace?
¿Vine a sufrir el mal, que me intimida?
¿Qué importa mi ascensión o mi caída,
ni que acepte mi suerte o la rechace?...
Si no hubiera nacido... Pero en vano
pretendo discurrir... Ante el profundo
misterio de tu arbitrio soberano,
caigo a tus pies, Señor, y me confundo...
¡Y me avengo a ignorar por qué tu mano
creó la humanidad y pobló el mundo!...