12.09.2010, 15:20
El divino blasón
Rendiste el corazón al paroxismo
de una trágica duda... Tu mirada
no alcanzó a ver que tu misión sagrada
era gala y honor del cristianismo.
Dudaste cuando Dios, de tu ascetismo
hizo altar a su Esposa inmaculada,
por el Sumo Poder predestinada
a ser Virgen y Madre a un tiempo mismo.
¡Oh inefable misterio! ¿Quién podría,
sino el Hijo de Dios, salvar al hombre?
La fe trocó tu angustia en alegría,
y Jesús te bendijo... No te asombre
que la excelsa pureza de María
al Divino Blasón una tu nombre.
Rendiste el corazón al paroxismo
de una trágica duda... Tu mirada
no alcanzó a ver que tu misión sagrada
era gala y honor del cristianismo.
Dudaste cuando Dios, de tu ascetismo
hizo altar a su Esposa inmaculada,
por el Sumo Poder predestinada
a ser Virgen y Madre a un tiempo mismo.
¡Oh inefable misterio! ¿Quién podría,
sino el Hijo de Dios, salvar al hombre?
La fe trocó tu angustia en alegría,
y Jesús te bendijo... No te asombre
que la excelsa pureza de María
al Divino Blasón una tu nombre.